En el año de 2007 descubrí por Internet un torneo nacional de robótica lo que significaba mi siguiente paso, así que decidí asistir para observar la dinámica.
Las competencias eran muy variadas, existía la parte de Lego (material ya prediseñado de esta marca) las pruebas eran: cruzar un área con obstáculos como tierra, agua, barreras, etc., otra cosistía en encontrar a su compañero y evitar la zona minada (piezas de lego que dificultaban el camino).
Dentro de las competencias había categorías libres en la construcción, desde un laberinto, pruebas de velocidad, fútbol, limpieza en tierra y agua, etc. Acorde con mi robot, la prueba más cercana para participar era el laberinto, consistía en una pista de color blanco con una delgada línea negra, ésta marcaba diferentes caminos hasta llegar a un punto de color negro que era el final.
Los participantes no eran cualquiera, sino grandes universidades con trayectorias de robótica (UNAM, UPAEP, Politécnico, Tec de Monterrey, entre otras). El objetivo estaba en la mira, manos a la obra!
El año de 2009 en la Universidad Panamericana, nos presentamos el equipo «Los jinetes del apocalipsis»; era un intento que nos permitiría foguearnos y por primera vez involucrarnos en un mundo que parecía solo para los grandes. Nuestra mayor sorpresa era que la sede siendo Guadalajara no tenía participantes, la Universidad Panamericana declinó en 2 pruebas y para la de laberinto solo estábamos nosotros.
En la lista de la prueba estaban los pesos pesados, al verlos realizar sus pruebas y escuchar sus pláticas denotaban que estaban en otro nivel, pero nosotros no teníamos nada que perder y si mucho que aprender.
Al final, de 20 equipos participantes obtuvimos el octavo lugar que nos hizo crecer y pintó una gran sonrisa porque detrás de cada equipo estaba una universidad que los respaldaba y en nuestro caso todo los hicimos solos.