mi primer Robot – el Torneo (parte 3/3)

En el año de 2007 descubrí por Internet un torneo nacional de robótica lo que significaba mi siguiente paso, así que decidí asistir para observar la dinámica.

Las competencias eran muy variadas, existía la parte de Lego (material ya prediseñado de esta marca) las pruebas eran: cruzar un área con obstáculos como tierra, agua, barreras, etc., otra cosistía en encontrar a su compañero y evitar la zona minada (piezas de lego que dificultaban el camino).

Dentro de las competencias había categorías libres en la construcción, desde un laberinto, pruebas de velocidad, fútbol, limpieza en tierra y agua, etc. Acorde con mi robot, la prueba más cercana para participar era el laberinto, consistía en una pista de color blanco con una delgada línea negra, ésta marcaba diferentes caminos hasta llegar a un punto de color negro que era el final.

Los participantes no eran cualquiera, sino grandes universidades con trayectorias de robótica (UNAM, UPAEP, Politécnico, Tec de Monterrey, entre otras). El objetivo estaba en la mira, manos a la obra!

El año de 2009 en la Universidad Panamericana, nos presentamos el equipo «Los jinetes del apocalipsis»; era un intento que nos permitiría foguearnos y por primera vez involucrarnos en un mundo que parecía solo para los grandes. Nuestra mayor sorpresa era que la sede siendo Guadalajara no tenía participantes, la Universidad Panamericana declinó en 2 pruebas y para la de laberinto solo estábamos nosotros.

En la lista de la prueba estaban los pesos pesados, al verlos realizar sus pruebas y escuchar sus pláticas denotaban que estaban en otro nivel, pero nosotros no teníamos nada que perder y si mucho que aprender.

Al final, de 20 equipos participantes obtuvimos el octavo lugar que nos hizo crecer y pintó una gran sonrisa porque detrás de cada equipo estaba una universidad que los respaldaba y en nuestro caso todo los hicimos solos.

Tiempo al tiempo para conquistar las metas.

mi primer Robot – la Conferencia (parte 2/3)

Hacer un robot no es una tarea fácil, requiere de imaginación, coherencia física y sincronía entre el hardware y software. Tenía todo mi material reunido, servomotores truqueados para hacer girar la llanta 360º, un proto (base donde se colocan todos los circuitos) ya con el alambrado necesario y un programa para implementarse.

Todas las piezas listas para encajar y me pregunté ¿cómo se hace un carro robot?, me sentí como un albañil que tiene todo su material y le dicen construye una casa, pero nadie le había advertido cómo utilizar cada uno de los componentes y cuál era el protocolo a seguir.

El primer prototipo que pude crear, tenía una base de tabla triplay que usan los niños para la plastilina, llantas de plástico que no pudieron soportar tanto peso y pandearon el carro, para detener varias cosas las atornillé pero las puntas se salían, Frankenstein era mejor que esto.

Admiro a las personas que tienen el talento nato para ser creativos y producir cosas innovadoras, ese punto no viene integrado en mi genética pero lo que si tengo es una boca que me permitía buscar ayuda y encontré dos personas que realizaron mi auto.

Con una base de acrílico, una llantas que se usan en los diablitos, una llanta loca que permitía darle el sostén a tantos componentes que tenía que cargar, por fin mi robot estaba listo y para mi sorpresa el programa solo se detalló un poco y encajó a la perfección.

El profesor que inició este movimiento de proyectos sugirió hacer una conferencia para demostrarle a los demás alumnos una aplicación de la carrera, el semestre finalizó y la presentación tendría que hacerse con calma para el siguiente año.

Robando una frase de una amiga «Dios no juega a los dados» (Araceli Fabián), encontré a un compañero de aventura robótica que tenía el talento de la creatividad. Entonces comenzamos el trayecto rumbo a la conferencia pero no solo realizamos las pistas y sus elementos, también tuve la oportunidad de crear un robot más, una Araña.

La araña era capaz de seguir la luz y podía ir en todas direcciones, la compatibilidad con mi compañero permitió hacerla en un tiempo récord (3 meses). Así un día ante maestros y alumnos presentamos nuestras creaciones y descubrí mi verdadera pasión.

Faltaba dar un paso más grande, pero esta vez ya tenía un poco más de experiencia y un buen compañero de equipo, seguía participar en un torneo de robots…